Este blog forma parte del proyecto Diario Intimo de una Ficción Verdadera. Se realiza dentro del marco de la materia Redacción Universitaria de la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, División de Ciencia Sociales y Humanidades, Departamento de Humanidades, bajo la dirección del Mtro. Sandro Cohen.


lunes, 19 de marzo de 2012

Un final inesperado


Después de un día entero de calmantes, logré recobrar la cordura y la tranquilidad. Le pedí a mi madre que llamará a Daniel. Unos minutos después entró Daniel a mí habitación, y me dio un beso en la frente. Platicamos sobre lo ocurrido y me dijo que su amante los había chocado de costado y que se había fugado del lugar. Tuve que interrumpirlo y con lágrimas en los ojos le confesé todo lo que había hecho: lo de mi tesis, el sugerirle a ella que le pidiera formalizar su relación, el provocarlo para que me convirtiera en su amante; y, que el día anterior al accidente había ido a buscarla para decirle lo que pasa entre él y yo. Muy sorprendido y podría asegurar que dolido por mi confesión, salió de la habitación. Llamé a una enfermera para que me ayudara a levantarme de la cama e ir a ver a Sebastián. Ahí estaba Daniel, con los ojos inundados de lágrimas, le pedí que me perdonara, pero él solo me ignoraba.

Decidí dejarlo en paz y fui a buscar al médico que atendía a Sebastián. Me dijo que, como el choque había sido en la puerta del asiento de Sebastián, él había salido disparado de su asiento hacía el parabrisas y que ese golpe le había ocasionado varias fracturas: en una vértebra, en su brazo izquierdo, una pequeña fisura en la cabeza y una rotura de fémur. Dijo que todas las fracturas estaban fuera de peligro, pero que la rotura de fémur aún necesitaba observación, pues debían descartar que la operación haya sido fallida.

En ese instante sentía como el odio y el rencor corría por mí cuerpo.  Tenía ganas de ir tras ésa mujer y arrancarlé la cabeza.

Daniel y yo hemos decidido tener una relación cortés mientras mi niño se recupera, pero que después de eso tendríamos que hablar muy seriamente de lo ocurrido. Dijo que yo no era culpable del todo, pero, que tendríamos que decidir qué queríamos para nosotros como pareja.

El doctor me dió de alta hace ocho días, pues la crisis de nervios por la que pasé había desaparecido. Al día siguiente, fui a la casa de la ex amante de Daniel a la hora que sale de casa para ir a trabajar. Antes de que saliera, dejé una nota en su puerta que decía: “Cada día que me veas frente a tu puerta, será uno más en el que mi hijo esté luchando por no perder su pierna gracias al accidente que tú provocaste”. Al salir leyó el mensaje, volteo a verme e intentando ignorarme comenzó el camino hacia su trabajo.

Hoy se cumplen ocho días desde la operación de Sebastián. En estos días no he dejado de visitar a esa mujer, recordándole con mi presencia el daño tan grave que ha causado en un niño inocente.

La realidad es que sofocó a ésta mujer intentando lavar mi culpa, pues aunque aún no lo acepto del todo, la culpable soy yo. Pero, no podría vivir con esa carga en mi conciencia.

domingo, 11 de marzo de 2012




Un experimento fuera de mi control (Versión final)



Daniel y yo llevamos viéndonos un mes, solo para tener relaciones sexuales. Ayer decidí ir a ver a su amante para contarle lo qué pasaba entre él y yo.



Le pedí que nos viéramos en el café que se encontraba en la esquina de su trabajo y accedió. Llegó con un semblante triste y le pregunté si se encontraba bien —gran error de mi parte— y comenzó a decirme que su relación con Daniel iba muy mal, que ya no quería estar con ella en ningún momento, que siempre llegaba directo a la cama a dormir.



Le dije que me disculpara pero que mi visita no era para platicar sobre su relación, que eso era algo que no me interesaba. Comencé diciendo que Daniel y yo estábamos teniendo sexo al menos tres días por semana —en ese momento atraje su atención— Me reclamó porqué le hacía eso, que si era una venganza. Me carcajeé y di la vuelta.



Mientras me retiraba, comenzó a gritarme que me iba a arrepentir por todo lo que le había hecho y que nadie jugaría con ella, mucho menos Daniel y yo. Seguí caminando hasta salir del lugar.



Esa noche Daniel llegó a la casa con sus maletas diciéndome que su amante le pidió que tomara una decisión y que él decidió quedarse conmigo; pero le di mis condiciones y ésa noche hicimos el amor con una pasión que hace mucho no sentíamos.



La mañana siguiente, durante el desayuno, platicamos sobre lo sucedido la noche anterior. Él dijo que su amante había amenazado diciéndole que nadie se burlaría de ella y que al final los que sufriríamos más seríamos nosotros. No le dimos importancia y nos fuimos cada uno a nuestros trabajos.



Daniel recogería a Sebastián a las tres de la tarde en la escuela para después vernos e ir a comer. Justamente a las tres de la tarde con quince minutos sonó mi celular y era Daniel; me dijo que habían tenido un accidente automovilístico a tan sólo tres cuadras de la escuela de Sebastián. Sinceramente, sigo sin saber cómo es que llegué al lugar del accidente, lo único que recuerdo es que al llegar vi el auto de Daniel destrozado. Me acerqué a una ambulancia esperando que no estuvieran ahí mi hijo y Daniel, pero no fue así. Daniel tenía sangrando la cabeza. Él me abrazó y me pidió que lo disculpara, que no era su intención lastimarnos y que nunca imaginó de lo que sería capaz su amante. En ese momento sentí un escalofrío que recorría cada parte de mi cuerpo. Sabía que Sebastián no estaba bien.

Daniel me llevó a la parte trasera de la ambulancia y ahí estaba mi niño, sangrado, con un grupo de paramédicos a su alrededor. Sentí que me moría, se nubló mi vista, me desmayé, y al abrir los ojos ya me encontraba en un hospital con muchas porquerías médicas a mí alrededor. Me levanté de la cama pero enseguida sentí un mareo que me impedía enfocar a quien se encontraba en la habitación; era mi mamá. Me pidió que me recostara y yo comencé a gritar que quería ver a mi hijo; lo único que me importaba saber era cómo se encontraba él. Sentí una desesperación que nunca había vivido. Si mi hijo se encontraba mal yo quería estar ahí con él.


lunes, 5 de marzo de 2012

Lo mejor de ser infiel


Han pasado tres semanas desde que Daniel se fue. Me enteré de que él seguía viendo a su amante.

 El lunes de la semana pasada llamé a Daniel por celular y le propuse que nos viéramos solo para tener sexo. Él me dijo que no, pero tres días después me regresó la llamada y me pidió que nos viéramos. A esta cita decidí ir vestida con ropa muy sensual, pues necesitaba que él accediera a mi propuesta  para poder completar mi investigación.

Al llegar al restaurante El Lago me di cuenta de que Daniel vestía un traje formal, cosa extraña en él. Me recibió con un beso en la mejilla ─como si fuéramos los mejores amigos─ Después de pedir las bebidas me tomó de las manos y me dijo que me veía muy linda, que ya extrañaba ver mi sonrisa.

Mientras comíamos yo le coqueteaba, sonriéndole,  jugueteando con mi cabello y permitiéndole ver mi cuello, pues a él siempre le ha gustado esa parte de mi cuerpo. Mientras platicábamos, el violinista comenzó a tocar. Como no nos escuchabamos, por el volumen alto de la música, acerqué mi silla a la de él y recogí mi cabello descubriéndome la oreja y el cuello. Al encontrarnos tan cerca no pudimos evitar besarnos. En ese momento supé que podía seguir con mi experimento.

Al salir del restaurante le pedí que me llevara a casa. Cuando llegamos Sebastián estaba dormido y le pregunté si quería pasar a darle un beso de buenas noches contestándo que sí. No podía desaprovechar la oportunidad de tenerlo en casa, tan cerca de nuestra recámara. Le llevé una manta para que abrigara a Sebastián y me fui del cuarto. Al salir, Daniel me dijo que ya se tenía que ir y lo acompañé a la puerta. Al despedirnos le dí un beso y un abrazo, insistió que ya tenía que irse. Le dije que podía quedarse si quería y sin pensarlo se pasó. Estando en las escaleras comenzó a besarme con la misma necesidad que un hombre toma agua en el desierto y terminamos haciendo  el amor.

Al despertar me preguntó si eso era una reconciliación y le dije que no, que aun no estaba lista; pero que pensara la propuesta que le había hecho y enseguida me contestó que si era la única forma de estar conmigo  la aceptaría.

Llevamos dos semanas viéndonos todos los días solo para tener sexo. Nunca imaginé lo bien que se sentiría esto, ahora entiendo por qué hay tantas personas que son infieles. Lo que sigue es hacerle saber a su amante lo que está pasando entre Daniel y yo.

Ahora ─que se invirtieron los papeles─ será ella la que tendrá que pedirle a Daniel que tome una decisión.

domingo, 26 de febrero de 2012

Segundo strike

Primera versión.

No sé hasta donde llegará éste experimento. Solo sé que cada vez me apasiona más la idea de descubrir hasta donde es capaz de llegar un hombre infiel. Lástima que cada vez me interese menos lo que pase con mi matrimonio.

De los siete días de la semana solo he salido tres, pero me he percatado de que es una situación que molesta muchísimo a Daniel. Mi venganza está saliendo tal y como la planee.

Hoy fui a hablar con la amante de Daniel y le pregunté qué tipo de relación tenían. Ella se sorprendió mucho y me contestó que no había planeado nada con él que simplemente se enamoraron. En ese momento quise soltar una carcajada, pero preferí no hacerlo. Le dije que Daniel y yo ya no estábamos bien, que era muy probable que él se sintiera mejor al lado de ella y le sugerí que le pidiera a Daniel formalizar su relación.

Esbozó una sonrisa y me pidió disculpas sobre lo ocurrido. Me dijo que no era su intención interferir en nuestro matrimonio. Pensaba en lo estúpida que se veía pidiendo disculpas y seguía sin entender por qué Daniel había decidido salir con ella si era tan poca cosa.

Me encontraba recostada en mi cama leyendo un libro, cuando se escuchó que abrían la puerta. Era Daniel que llegaba del trabajo. Entró a la casa por mi hijo y lo llevó a la tienda por un dulce, cuando regresó venía sin mi niño. Dijo que Sebastián había decidido quedarse un rato en casa de mis suegros, que viven abajo de mi departamento.

Se acercó a mí y me exigió una explicación de lo que estaba sucediendo. Con voz firme le contesté que no me culpará a mí, que el culpable de todo esto era él. Le pregunté si su amante le había platicado sobre la visita que yo le había hecho y me dijo que sí, que estaba muy confundido.

Comencé a reírme y le dije que lo único que yo había hecho era darle alternativas a la situación. Me preguntó si realmente quería que se fuera con ella, a lo que contesté que sí, que eso era lo mejor para mí.

Arrodillado, me pidió que no lo dejara, que yo era el amor de su vida y que no podría estar un solo día sin mí. Le dije que tal vez tenía razón, que no podría vivir sin mí, pero que tampoco podría vivir sin ella. Le pedí que tómara una decisión y le dije que solo le daría esta semana para meditarlo, pero que no lo quería ver en mi casa. Empacó sus cosas y se fué.

lunes, 20 de febrero de 2012

Versión corregida
Estoy decidida

Ayer por la tarde Daniel se volvió a ver con ella. Ya estoy harta de esta situación. Voy a vengarme a mi manera.

Este engaño será el tema para mi tesis. Si Daniel obtiene provecho de este engaño, por qué yo no.

Le comenté a mi profesor que la infidelidad de mi esposo sería mi proyecto final, a lo que respondió que no le resultaba ético y dijo recuerda que un buen sociólogo debe dejar de lado sus sentimientos y prejuicios al realizar una investigación . Le respondí que no me interesaba, que mi investigación sería de forma humanista y que mi herramienta sería la observación participante. Obviamente, yo ya había pensado en todas las respuestas necesarias para que el profesor aprobara mi tema.

Comencé con preguntarle a Daniel si me era infiel y me dijo que no. Ahí comenzó mi investigación, sin que él supiera nada al respecto.

El profesor mencionó que debía estudiar todas las variantes que pudiera, dándome a entender que debía ocasionar reacciones diferentes en él, para poder estudiar el engaño desde varias perspectivas.

Ayer llegué un poco después de las cinco de la tarde: me senté a comer con mi hijo, le di un baño, jugué un rato con él y a las ocho de la noche lo llevé a dormir a su cuarto.

 Sin decir nada a Daniel comencé a arreglarme para salir. Al ver lo que hacía, me preguntó si pretendía salir. Me reí y no dije nada. Esa noche salí a las nueve de mi casa y regresé muy cerca de las tres de la madrugada. Daniel estaba esperándome despierto, cuando a él no le gusta desvelarse. Me preguntó con quién había salido. A lo que yo no contesté. Me dijo de manera muy hiriente que si había salido solo para tener una aventura. Yo le contesté que sí. En ese momento comenzó a gritarme que por qué le hacía esto, si él ya me había aclarado que no me engañaba con otra.

Yo sé que mi silencio le duele más que los insultos que le pueda decir. Por eso decidí no contestarle nada e irme a acostar. Por fin pude volver a dormir, pues mi venganza comenzó. Daniel no tiene idea de lo que le espera.

Mi primera conclusión de la investigación es que: el individuo infiel no soporta ser engañado, aunque solo haya sido un metaengaño. Por esta ocasión.




domingo, 12 de febrero de 2012

Entre el amor y lo profesional (versión corregida)


Desperté sintiendo un agobio que ya no podía ocultar. Mi esposo me preguntó si estaba enferma o si me sentía mal, porque me veía muy pálida y cansada. Sentí mucha rabia por dentro y me dieron ganas de decirle la verdad, que lo había visto besándose con otra mujer y que quería el divorcio. Pero algo me detuvo y contesté que sentía un poco de resfriado, pero que iría al doctor más tarde.

Estando en la escuela, mi maestra de métodos de investigación nos platicaba que toda investigación surge a partir de una pregunta.

Me vinieron a la cabeza todas las preguntas que me había hecho respecto al engaño de mi esposo. Pero la que no me dejaba en paz era mi curiosidad por saber todo acerca de la relación que existía entre él y su amante.

Tomando un café con una amiga de la escuela, me surgió la idea de seguirlos e investigar qué era lo que hacían juntos.

Comencé a seguirlos, pero sólo se vieron para tomar un café: se tomaban de las manos y se besaban esporadicamente. Esto hasta ahora no respondía a mis preguntas.

Cada uno tomó camino hacia sendos trabajos. Esperé cerca de su trabajo hasta la hora de la salida, y se volvieron a encontrar. El la llevó a su casa y se fue. Decidí permanecer fuera de la casa de su amante. Una hora después salió con un niño menor que mi hijo. Sentí mucha rabia e incertidumbre pues ese niño, por su edad, podría ser hijo de mi esposo.

Los había seguido, según yo, para encontrar respuestas y lo único que obtuve fueron más confusiones.

Mi esposo llegó a casa, y al ver que yo no estaba esperandolo como todas las noches, llamó a mi celular y me preguntó donde me encontraba. Y yo no quería que sospechara nada, así que decidí decirle que me encontraba en el consultorio médico como le había comentado en la mañana.

Al llegar a casa él me preparó un té y unos panes tostados. Me preguntó si quería ver una película con él. Yo no entendía si el remordimiento era tanto como para que me consintiera tanto. Él sí me consentía mucho, pero eran tantas sus atenciones hacia mí que parecía estar disculpándose con sus actos.

Entre el amor y lo profesional.


Me pase pensando toda la noche en ¿porqué me sucedía esto a mi? Y por mas que le daba vueltas a la situación en mi cabeza, no lograba llegar a ninguna conclusión. De pronto sonó mi despertador, era hora de ir a la escuela.

Me levante me cepillé los dientes y me miré al espejo. Me sentí la mujer más horrible del mundo. En ese momento pensé que todo era mi culpa, que si yo hubiese hecho esto o aquello, mi relación seguiría igual.

A mitad del día decidí llamar por teléfono a mi esposo y le pedí que saliéramos a comer solos. Estaba decidida a confrontar su engaño.

Tome la decisión de no decirle lo que había visto tal y como era, en lugar de decirle que lo había visto. Le diría que una mujer llamó a la casa para decirme que estaba saliendo con él y que mi reacción fue colgarle. No sé si lo que me llevó a pensar esto fue mi curiosidad de descubrir si él tendría el valor de aceptar lo que pasaba o si mentiría.

Al llegar al restaurante él ya me esperaba en una mesa, me senté y él me saludo con un beso en la frente (como era su costumbre).Llamó al mesero para pedir la orden, yo lo interrumpí y le pedí que me diera un momento para pensar que era lo que quería comer.

Me animé después de una plática muy corta a decirle lo que había visto el día anterior (según lo planeado). Me dijo que él jamás sentiría por otra mujer, lo que sentía por mí, que no hiciera caso de llamadas estúpidas, que sólo buscaban separarme de él. Me dio un beso, comimos, y me fui a casa.

Después de su mentira me sentí aun peor, porqué no decirme la verdad si yo ya había dado la pauta para que me la dijera. Qué tiene esa mujer que le atrae tanto, pero que no es lo suficientemente importante como para que se divorcié de mí.  

Ahora tenía una pregunta más para mi sueño.

Entre el amor y lo profesional

Hoy sentí la necesidad abrumante de expresar lo que siento en mi corazón, pero la gente de ahora no es para nada confiable.

Hoy me enteré que mi esposo me engaña con otra mujer. Estoy asombrada, pues nunca imagine que después de haber dedicado a él estos últimos diez años de mi vida, tomaría la decisión de engañarme. Muchas preguntas pasan por mi mente ¿quién es esa mujer?, ¿desde cuándo está entrometida en nuestras vidas?, pero sobre todo me inquieta saber ¿qué es lo que pasa con él, que no le resulta satisfactorio tener sólo una relación?

Entre más lo pienso, más me duele el hecho de sentirme traicionada. Todos los momentos difíciles que pasamos, tan sólo ayudándonos con nuestro amor. Y ahora ¿cómo saber qué es real en ésta relación?

Me encontraba en la escuela, en mi clase de doctrinas políticas y surgió el tema del abuso a la mujer en el renacimiento. Me parecía increíble el hecho de que justo el día que me enteraba de ésta dolorosa situación, todo a mi alrededor parecía hablar sobre este tema. Comenzaba a escuchar opiniones del grupo sobre esta situación, algunos decían que era la necesidad femenina ante una sociedad, el tener que soportar al marido para no ser la burla del pueblo, y otros decían, que la mujer tomaba venganza al estar en ésta situación.

Ambas respuestas me parecían adecuadas para mí, pero ninguna me satisfacía lo suficiente como para tomar una decisión.

Después de clases me dirigí al trabajo, ahí estaba una de mis amigas llorando por una situación similar a la mía. ¿Qué aconsejarle? yo no era la más indicada en ese momento. No hubiera podido comentarle lo que pasaba en mi vida, no después de haberle dicho que al cumplir diez años de matrimonio, yo era la mujer más feliz del mundo. ¿Cómo decirle a las personas que yo, ya no tenía familia? Es una interrogante que espero me pueda dejar dormir, al menos por hoy.